De vuelta para casa paramos en Vidreres para estirar las piernas (puedo deciros que no hay nada que ver o que no supimos encontrarlo) y comer algo.
Basándonos en ese sistema tan español que consiste en entrar en el restaurante más lleno de gente de la zona acabamos en Can Pou.
Y tuvimos suerte, cocina tradicional bien realizada, sin virguerías pero cumplidora.
De primero compartí unos espárragos, un plato de salmón marinado y unos caracoles “a la llauna”. Muy bien los tres platos, si bien tengo que decir que los caracoles no estaban preparados como tradicionalmente se cocinan los caracoles “a la llauna”. Incorporaban una salsa que no se pone en los caracoles “a la llauna” de toda la vidas. Eso no quita que estuviesen muy buenos y que no dejásemos ni uno.
En el segundo plato me equivoqué y pedí un steak tartar (mi perdición) En un restaurante de este tipo hay que pedir platos más tradicionales. No estaba malo, pero pude probar platos de otros comensales (costillitas de cabrito y el entrecot) y puedo decir que se desenvuelven mucho mejor en ese tipo de cocina.
En líneas generales, es un lugar al que volvería si estuviese por la zona pero me centraría en los platos más típicos de la cocina catalana.
Precio 30-35€ (sin postre, que no podíamos más)
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